lunes, 2 de septiembre de 2013

Necedad

Hay muchas cosas por las que vale la pena luchar. Pero hay muchas otras que ni siquiera se deben intentar para evitar caer en espejismos mortíferos. Hay cosas de las que vale más la pena alejase que aferrarse. Quisiera que comprendieras eso antes de que te hagas daño tú solo. No quiero que intentes atrapar humo con las manos vacías, tampoco que intentes construir una esfera de agua ni una fortaleza de luz. Te ahorraré el esfuerzo: no va a funcionar. No quiero que pierdas tu espíritu luchador pero es solo que hay cosas que no están hechas para ciertos propósitos: las piedras no son buenas conversando ni los caracoles huyendo. Las miradas no son buenas mentirosas ni los suspiros los mejores confidentes. Entiende por favor, por tu propio bien, que entre más insensateces insistas en cometer, más te lastimas a ti mismo. Entiende que las nubes no son buena escalera ni la gelatina la mejor munición de guerra. Abre los ojos antes de que tropieces. Ve las cosas como son antes de que cometas un error irreparable. Las sombras no son de fiar y de mi no te puedes adueñar.

viernes, 16 de agosto de 2013

Así que eras tú

Así qué eras tú. Eras tú el que me ha estado robando tinta por las noches, sueño durante el día y razón por las tardes. Así qué eras tú ese quien espiaba por detrás de la luna y se ocultaba en los rayos de sol. Así qué eras tú ese que disfrazaba la dulce primavera de otoño y quien hacía que los amaneceres fueran más amarillos de lo que deberían ser. Eras tú el dueño de esas manos frías en mi cintura y quien cobró la recompensa por mi mirada aunque él mismo la hubiera robando. Eras tú el que adelanta los relojes a escondidas cada madrugada y el culpable por mi reciente gusto hacia el tráfico. Tú, el de las canciones idóneas y el de las letras frescas. Tú el que hacía que las letras secas parezcan nuevas y que me guste más estar sin techo. Tú quien me aprisiona en el reflejo para no manchar la realidad de tinta y quien aprieta mi cintura un poco de más sin que yo se lo reclame porque la verdad es que así me agrada. Eras tú el que dice insensateces cuando respira mi aliento y el que me priva del frío de una tarde lluviosa. Eras tú el que gustaba de quemar cosas conmigo aunque implicara romper algunas reglas y el que  conoce las rarezas que digo. Así que eras tú el que nunca imagine. Así qué a final de cuentas sí eras tú.



viernes, 2 de agosto de 2013

Ficha en blanco

Mis dedos juegan con ella: la ficha en blanco del dominó al que nadie hace caso. Hay muchas otras fichas dormidas en esa cajita de madera que espera ser vaciada al fin. Pero no, nadie le hace caso a la caja. Y es que de entre todas las fichas he elegido esta para pasar entre mis dedo mientras tu finges no verme, porque es exactamente lo que somos. Somos una ficha en blanco, una sobre la cual se pueden dibujar los números que quieras. Lo que no se es que tanto quieres subir la apuesta.
Dejo la ficha en blanco sobre la mesa y tú a la vez pones otra en mis dedos. Juego un rato con ella pero luego me doy cuenta que no quiero otra, quiero la ficha en blanco. Quiero esa ficha en blanco porque representa todas las posibilidades que tenemos de ser. La quiero porque es algo, no sé bien qué pero es seguro que es algo, y algo importante para ser sincera. Me gusta porque aunque esta el blanco, es real. Es tan irreal y real al mismo tiempo que me gusta por eso. Porque eso somos y porque me gusta, me encanta que sea así. Me gusta que sea algo que sólo nosotros entendamos y que sólo nosotros sabemos valorar. También me gusta esta ficha porque sí la guardas hasta el final, no pasa nada. Porque nadie espera que las uses y porque es rara, muy rara. Me gusta que seamos mi ficha en blanco.

viernes, 5 de julio de 2013

Lejos

Este es uno de esos lugares donde nunca pensé llegar, pero donde siempre quise estar. Y ahora que estoy aquí, tengo miedo. Tengo miedo de no ser lo suficientemente buena como para estar aquí. A decir verdad esa es una de las razones por las cuales, este es un lugar donde nunca pensé estar. Porque en el fondo, yo sé que no soy lo que debería. No soy lo que se merece, no soy lo suficientemente buena. Y no, no importa cuánto me haya esforzado, incluso casi matado, por acercarme a lo que se supone debería ser. Nunca lo seré. Y es que en realidad, lo que me trajo aquí, fue necedad e insensatez. Y por eso estoy segura que yo no debería estar aquí. Tengo miedo de que te abran los ojos y que veas la verdad. Tengo miedo de dejar de ser tu mentira favorita. Tengo medio de regresar a donde se supone debo estar y que alguien que si lo merezca, ocupe mi actual lugar. Y es que quizá eso es lo mejor que puede pasar. Tal vez, es lo que deba pasar. 
El me metió en este papel, sin que yo fuera apta para él. Me metió aquí con mentiras piadosas e insensateces curiosas. Y ahora yo me siento perdida en la oscuridad, caminando a ciegas por un camino desconocido. Me siento sola, a la deriva de mi mala suerte. Quisiera poder brillar aunque sea una vez para ver el camino. Pero no, yo no brillaré. Yo siempre tendré que resignarme a buscar la luz al principio del túnel. Buscar esa luz y huir... la verdad es que no me gusta huir, siempre lo he considerado cosa de cobardes. Pero también de sabios. Y con mi cubierta de trapo, no me puedo arriesgar al bosque de zarzas al que me están lanzando. Con mi corazón de plomo, no me puedo arriesgar a subir muy alto en mi globo de aire caliente. 
Pero creo que ya estoy demasiado lejos de mi fortaleza como para decidir que ya es tarde. Ya no me puedo echar para atrás. No al menos por ahora. Esta es la decisión que he tomado y es lo que debo hacer, es demasiado tarde para perseguir a aquella ave de colores que solía posarse frente a mi ventana. La verdad es algo que se puede cambiar. Aunque no por lo pronto. Ahora lo mejor es seguir mintiendo, incluso a mí. Es demasiado tarde para decir lo siento. 


jueves, 13 de junio de 2013

Morfina

Ya es tarde, lo suficiente como para que las luces de la casa estén apagadas y las de mi recámara aún encendidas. Supongo que vos estas en igualdad de condiciones porque los textos no paran de llegar. Insensateces, secretos, historias, miedos, deseos y escenarios bizarros desfilan en tinta y a la ausencia de luz. Siempre he pensado, y vos me lo habéis confirmado: la tinta sabe mejor de noche. Pero ha llegado ya la hora de despedirse; la usual frase que sólo para nosotros tiene sentido, la promesa de la siguiente noche y deseos de soñar con ajenos. Y es así como la almohada se convierte en puerta y la frase cobra sentido.
Entonces viajo al reino de Morfeo y os encuentro allí. Allí donde no hay paredes, espejos ni cerraduras. Allí todo es de tinta y humo y todo lo que imaginemos puede pasar. Es allí, justo allí, donde descansa vuestra armadura y mi vaporoso vestido. Es allí donde podemos dar paseos en bosques de letras, perdernos y descansar bajo una historia; romántica, trágica, de terror, triste, en fin, la lista es larga... tanto como el bosque es grande.
Es allí donde habitan esos dragones de papel maché, esos a los que temes enfrentar porque se derrotan con agua y temes que al luchar contra ellos, tu armadura se oxide. Esos para los cuales necesitas mi ayuda. 
Allí también es donde habitan los duendes grises, esos que insisten en morder mis tobillos y arrestarme bajo tierra. Esos que no alcanzo a pelear por culpa de un corsé demasiado ajustado. Esos para los cuales necesito vuestra ayuda.
Allí también es donde hay un árbol que da entrada al mar, a las historias de sirenas y muy cerca de ese, está el que da a Madrid, a las historias de listones. Y luego esta uno de los árboles más grandes. Nuestro favorito últimamente. Ese árbol que tiene un trozo de su tronco hueco. Y es justo allí donde está la puerta a París y a aquellos chalets. Ese nuestro árbol que solo sirve de entrada a éste el reino de Morfeo, nunca como salida. También están los pequeños árboles, los que son apenas frases, palabras. Pero sé que esos árboles crecen a cada noche. Y me gusta cuidarlos porque nunca se sabe a dónde te puedan terminar llevando.
Y así es cada noche, me hace feliz saber que tenemos este reino. Aunque siento que no puede ser cierto que lo compartamos, lo es. Por eso digo que eres morfina. Porque eres un derivado de Morfeo que me trae paz y que aleja mi dolor. Porque me dejas ir alto con vos y porque logras quitarles los tintes de realidad a todo. Porque me llevas más allá de lo que pude alguna vez imaginar. Por eso digo que, para mí, tu eres morfina. 

jueves, 2 de mayo de 2013

Descalza

Descalza me siento libre. Libre de bailar al ritmo de un dulce vals o de una balada en francés. Me siento libre de saltar en la lluvia sin miedo a empapar mis zapatos favoritos. Me siento libre de andar por los tejados cual nocturno felino. Descalza me siento libre de imaginar. Soñar con ser golondrina, que no necesita más que sus alas para volar lejos de todo, a toda velocidad, aunque siempre cerca del piso. Quizá incluso me dé la libertad de soñar que soy sirena, de esas que se la pasan huyendo de los insensatos marineros que no comprenden que nunca serán sus dueños. También me gusta pensar que soy una de esas finas bailarinas de porcelana que dan vueltas dentro de una caja de música. Y si es de noche, me gusta imaginarme que soy esa luciérnaga que se posa en el alfeizar de tu ventana para observarte mientas tú eres ignorante de mi presencia. Por eso me gusta estar descalza. Por eso amo llegar a mi habitación y lanzar los tacones junto a la ventana. Porque descalza me siento libre de amarte. 

domingo, 21 de abril de 2013

Me gustaría

He hablado de amor, sentimientos, lágrimas, experiencias sueños y demás. Pero nunca le he hablado me mi, de Vainilla.
Yo no soy un ser corpóreo, pero tengo voluntad. Tampoco tengo ojos propios pero si tengo un punto de vista de la vida. No existo pero vivo.
Soy dueña de un pedazo de alguien, aunque la tengo que compartir con más seres como yo, algunos contrarios y otros muy parecidos a mí.
Pero lo más importante es ella en quien hábito, de quien soy un pedacito. Ella es fría, reservada, y callada. Es todo lo contrario a mí. Por eso a veces nos peleamos. Pero yo se que ella me quiere, me aprecia y me necesita tanto como yo a ella porque yo soy una balanza en su vida.
Me gusta la poesía y soy expresiva. De allí en adelante no tengo mucha más certeza de las cosas. No sé qué más soy pero si  sé que me gustaría llegar a ser.
Me gustaría, por ejemplo, ser el amor de tu vida y el brillo de tu sonrisa. Me gustaría ser una estrella fugaz o un diente de león. Me gustaría ser un caramelo o el rubor de tus mejillas. Me gustaría ser sueño y desvelo. Me gustaría ser una sombra o un destello. Me gustaría ser, tal vez, princesa de un castillo de naipes. Me gustaría ser una pluma navegando en el viento o una luciérnaga sin frasco. Me gustaría ser la última página de tu novela favorita o el primer batir de alas de una mariposa. Me gustaría ser una plumilla gastada o la resolana de un atardecer en tu perfil. Me gustaría ser una nube frente a la luna o un café en un día frío. Me gustaría ser un vicio en depresión o la tristeza en decadencia. Me gustaría ser una brisa en el desierto o una charla entre poetas. Me gustaría ser la ausencia y la presencia de la nostalgia pura.
Me gustaría ser tantas cosas y tan pocas que no sé por dónde empezar.


domingo, 7 de abril de 2013

Detrás


Esa mirada tuya, pálida como hielo, e igual de fría ante inexpertos. Esa tu mirada tan fría que congela instantes y escenas que os regalo calcadas en papel por las madrugadas. Esa tu mirada dulce, siempre sobre las dunas de arena que amenazan con enterrarla.  Dunas que ocultan todo lo que ves por las noches. Dunas en las que me gusta ahogarme y en las que dejo que me sofoques. Esas dunas que reposan sobre mejillas que se colorean de carmín con mis palabras. Mejillas que de vez en vez dan paso a sonrisas ligeras como humo. Sonrisas que no siempre son para mí o por mi causa, pero que me agrada ver en ti. Sonrisas que ocultan los secretos de tus labios. Labios sinceros que encarcelan demasiado y que me conocen en las sombras. Labios que sólo a la luz de las velas son capaces de vaciarse. Y luego está la manera en la que frunces el ceño cuando piensas. Todo eso rodeado por tu cabello siempre bien peinado, muy por el contrario del desorden de ideas que se trama debajo de él. Y finalmente, detrás de todo eso, allí estas tú. 


lunes, 18 de marzo de 2013

Miedos

Todos tenemos demonios. Comúnmente se esconden en nuestro pasado aunque algunas veces se esconden también bajo la cama y nos acechan en sueños. Los míos me asechan en la soledad y ciertas veces también en la oscuridad. Mis demonios tienen las llaves de los rincones más recónditos de mi memoria, tienen acceso a mis peores recuerdos y miedos. Mis demonios son fríos y me vuelven de hielo. Me vuelven lo más frio que puedo ser y me alejan de mi. Me acercan a alguien que me he esforzado por dejar atrás más tiempo del que debería. A alguien que le teme a las risas y a los espejos. En este punto dudo que sea posible dejarla atrás, ella es una sombra que siempre me ha perseguido; una sombra fría, helada, congelada y cruel. Aunque hay un demonio en particular al que tengo especial pavor. Este demonio no me convierte en hielo, si no en cristal. Es un demonio sin rostro, sin nombre. Es sin duda alguna el peor. Me deja débil, frágil, temerosa, a la vista de todo y todos. Me deja sola e inunda mis ojos. Me recuerda que la noche es fría y es entonces cuando deja de importarme el frio de adentro, es entonces cuando el frío de afuera se transforma en navajas que atraviesan mi piel, navajas que atraviesan mi alma y mi corazón. El frio de la noche me recuerda que no hay ningunos brazos fuertes que acaricien mis hombros o mi pelo. Me recuerda que él, el frío  es el único que me besa los labios y los deja partidos y cenizos. Me recuerda que lo único que mantiene el calor de mis manos en las mañanas es el fuego de un cigarro. Me confirma que sigo rota y mal reparada, que mi silueta sigue en segundo plano para todo el mundo y que lo que tienes dentro nunca es lo que más importa para la mayoría de las personas. También he de confesar que tiene muchos y variados crueles trucos bajo la manga que me suelen hacer temblar. Me hace temer de mi misma, de lo que, sin querer, puedo provocar en ciertas personas, me hace temer de ser la mala de alguna historia de amor. Me hace alejarme de las ventanas y quedarme en el corazón de mi castillo, de mi prisión. Me hace ser prisionera y carcelera. Me hace huir. Me hace temer. Me hace llorar. Hace que todas las cosas que me ahogan salgan por las puntas de mis dedos y no por mis labios. Pero me hace ser yo.


lunes, 11 de marzo de 2013

Cierra la ventana

Cierra la ventana por favor, nunca sabes qué hay del otro lado. Te ruego que cierres la ventana, le temo a lo que pueda entrar por ella. Pero le temo un poco más a lo que pueda salir. Le temo a que el impertinente ave azul se encuentre con ese cuervo necio y que monten una pelea por ocupar un lugar en mi cabecera. Por favor, cierta la ventana que mi musa tiene sed de libertad y la luna ansia ocupar su lugar. Ciérrala antes de que alguien vaya a escuchar los gritos de auxilio de mis encarcelados recuerdos y antes de que la habitación se llene de luciérnagas revoloteando a mí alrededor. Te imploro la cierres antes de que tus mortíferos acordes se deslicen hasta mi y antes de que el monstruo de debajo de mi cama pueda quedar el libertad. Por favor ciérrala antes de que las estrellas me secuestren o que los libros pretendan escapar. Ciérrala antes de que mis letras puedan llegar demasiado lejos y antes de que otro inocente las siga sin saber en lo que se mete. Ciérrala antes de que algo malvado entre, o peor aún, salga. Ciérrala que tengo miedo a la oscuridad, a la que hay fuera y a la que hay dentro también. Le tengo miedo a que me pueda perder si salgo, o peor aún, a que te quedes dentro si entras. Ahora, por favor, cierra la ventana.

jueves, 21 de febrero de 2013

Ojos

Esos ojos que gritan todo lo que tu boca calla... Dicen que son la ventana del alma. Yo, yo coincido enteramente en eso. ¿Por qué? Por qué he descubierto que en efecto, a través de ellos puedes ver a quien se esconde detrás de todas esas fortalezas y castillos. Porque sé por experiencia propia que detrás de esos ojos claros, está un caballero de plateada armadura cuya espada sirve a mi causa. Porque sé que detrás de esos ojos tristes está una fiera herida y a la defensiva. Porque sé que detrás de esos ojos cafés, está un amante veraniego que sabe a vino tinto. Porque sé que detrás de esos ojos grandes hay una niña pequeña y caprichosa. Porque sé detrás de esos ojos cansados  hay toneladas de historias y de sabiduría. Pero más que nada, porque sé a ciencia cierta, que detrás de esos ojos negros, sumido en lo más profundo de su oscuridad, estás tú. 

lunes, 18 de febrero de 2013

Me dueles

Te amé y te amé tanto que ahora solo me dueles. Te amé y te amé tanto que cuando te fuiste mi amor no desapareció porque era tan grande que sólo pudo partiese en diferentes formas de dolor. Ahora solo me dueles. Me dueles de muchas maneras diferentes y todas ellas por razones diferentes. Sé que estas aquí y que aun no conozco manera alguna de dejarte ir. Pero no, no es gusto es necesidad. Me dueles de incontables formas aunque la mayoría son afines. Me dueles pero no me preocupa, muy por el contrario, se que sigues aquí porque me dueles. Me dueles en el pecho como una cajetilla de cigarros. Pero de igual forma te disfruto como al amargo sabor del tabaco. Me dueles en el alma como una cortada con un trozo de vidrio. Pero igual que la sangre que brota de una herida, eres un indicio de que sigo con vida. Me dueles en la mente como una canción con historia. Pero de igual forma, eres una canción que no puedo dejar de escuchar, eres mi canción favorita. Me dueles en el corazón como un caótico error humano. Aquí no hay excusa, me dueles porque soy humana y porque es parte de mi débil naturaleza sentir y sufrir. Y pues sí, me dueles como muchas cosas porque te quise, porque aún me importas como si fueras parte de mí, y porque aún suelo recordarte cada luna llena. Pero no mi amor, lo siento, por ningún motivo en el mundo te quiero de vuelta.

lunes, 11 de febrero de 2013

Instantes

Hay momentos en los que no desearía más que poder detener la arena que cae dentro del reloj marcando inminentemente el paso del tiempo, el fin de un instante perfecto y el inicio de uno ordinario, me gustaría detener ese reloj que ha robado la forma de mi cintura y la ha hecho suya engañando a todos menos al tiempo. Me gustaría poder conservar instantes. Porque he descubierto que estos no siempre tienen que ser efímeros, podemos volverlos eternos o inmortales. Aunque para tan ardua labor se necesita un corazón fuerte y una mente astuta: la mente los atrapara y el corazón los encarcelara. Muy probablemente, debido a que los instantes no están hechos para conservarse en jaulas, pronto empezara a perder color y eventualmente lo tendrás que soltar si no quieres que muera. Pero hay instantes, que no necesitas encarcelar. Instantes que se quedaran contigo toda la vida como tatuajes o quizá como globos atados a la muñeca de un niño pequeño. instantes tan maravillosos que se ven como nítidas fotos y otras tantos que son gigantes que se ocultan en cosas pequeñas como una mirada gris, una plumilla azul o una nota arrugada. Por otro lado, también hay instantes que no son dóciles, que se escapan y cuelan entre tus dedos como agua y se van lejos de tu alcance para reírse de ti mientras te ven perseguirlos. También están los que son privados no porque los quieras conservar solo para ti, sino que no habría forma alguna de compartirlo con alguien que no estuvo en el momento indicado por la simple razón de que no hay palabras suficientes para describirlos. Instantes tan bellos como una luna llena en Ámsterdam o en mi jardín. Una luna llena contigo.

martes, 5 de febrero de 2013

Los amantes

Aunque no lloren, igual les duele
Aunque no se hablen, se piensan
Aunque no se busquen, se extrañan
Aunque no se lo digan, se aman
Así son los amores y los amantes
Rehúyen de sus sentimientos
Orgullosos como cualquier felino
Tímidos como todo tipo de duende
Impredecibles como una tormenta
Delicados como un diente de león
Pero no hay que subestimarlos
También pueden ser peligrosos
Quizá tanto como un dragón
O como las sirenas enfadadas
Peligrosos como finas navajas
En las manos equivocadas
Son prisioneros de su propio dolor
Y son también ellos mismos
Sus más crueles y despiadados
Jueces, carceleros, y verdugos
Están irremediablemente perdidos
Son rosas rojas frescas en invierno
O tristes aves azules enjauladas
Son guitarras mudas, empolvadas
O quizá pétalos disecados en libros
Son solo brújulas descompuestas
Son estrellas fugaces perdidas
Aunque a veces se que preferirían
Solo poder sonreír y hundirse juntos
Pero a pesar de todo, esos amantes
Sin importar que tan alto o lejos vuelen
Siempre serán simplemente humanos
Humanos que se equivocan al decidir
Débiles humanos que aman demasiado
Humanos que son demasiado humanos.

lunes, 21 de enero de 2013

Atemporal

Hay una buena razón para que las manecillas de un reloj nunca puedan ir hacia atrás. Principalmente es porque debemos comprender que el pasado nunca podrá llegar a ser más que eso y que allí se debe quedar. El problema empieza cuando el presente se comienza a pintarse de pasado, cuando crees poder recuperar cosas que ya te habías resignado a perder. Cosas que en un momento fueron demasiado importantes: a veces puede ser familia, pero lo más común es que sean amigos o amores. Tu mente se empieza a complicar y se convierte en un reloj de arena. Uno con el que crees poder controlar el tiempo con tan sólo voltearlo, pero no; un reloj de arena seguirá contando el tiempo hacia adelante por muchas vueltas que le des. El pasado no puede volver. Puede que algo de tu futuro se pinte de pasado pero aún así seguirá siendo futuro, nunca pasado. Pero entonces llegaste y rompiste el reloj que tanto me desquiciaba justo antes de que la arena me cubriera por competo. Lo rompiste y retaste al tiempo, al espacio y al destino para estar conmigo un segundo. Pero eso fue todo: un segundo en el que fui infinitamente feliz y luego te fuiste. Te alejaste y el tiempo siguió su curso, siguió yendo hacia adelante mientas tú te quedabas congelado en un instante eterno en el pasado. Allá a donde no puedo regresar jamás, porque fue demasiado hermoso para perdurar. Vivo a base de recuerdos porque en ellos el tiempo es atemporal. Y es que a ti, te amo atemporalmente.

miércoles, 16 de enero de 2013

Caballero plateado

¿He amado? Si. ¿Me han roto el corazón? También. ¿He sentido esto por alguien más? No.
Una ironía que suele ser recurrente en mi vida es que veo lo que tengo enfrente cuando está en proceso de partir. Os juro que no miento al afirmar que nunca había sentido esto por nadie más. Nunca había podido hablar a altas horas de la noche como lo hago con vos, no solo por nuestro peculiar horario de charla, sino también por la forma de hablar, por el hecho de que sigues mi curioso vocabulario y más que nada, por el contenido. Yo sé que no a cualquiera se le puede contar lo que me habéis dicho en esas charlas y de verdad me alegra mucho que, aunque sea tarde, os pude conocer porque es más difícil de lo que vos creéis, en esta época, conocer a otro verdadero poeta. También he de confesar que vos me habéis atribuido un titulo que nadie nunca antes había usado al dirigirse a mí y que dudo alguien vuelva a usar y me halaga en demasía que vos me veáis con esos ojos, sabes que el sentimiento es mutuo. Me alegra que hayamos podido compartir ideas, sentimientos, romanticismo, gustos, recuerdos, penas, lagrimas y que aun me debas ese café salpicado de tinta, así al menos estaré segura de que volverás.
No recuerdo si ya os dije esto pero así como vos tenéis vuestros cuatro pilares, yo tengo mis piezas clave en mi tablero de ajedrez, y vos sos una de ellas. Os prometo intentaré no llorar vuestra partida, pero no prometo nada, aunque he de decir que no me aflige tanto como debería porque sé que vos estarás en el lugar donde debes estar y que serás feliz allí. Y eso es más que consuelo suficiente para mi alma. Solo una cosa más debo pediros: si alguna vez algo os aflige, os preocupa, os quita el sueño o arranca amargas lágrimas de vuestros dulces ojos, prométeme no dudaras en acudir a mí si yo puedo hacer algo por vos. Y aunque se que te vas sin irte, prométemelo porfavor.
Finalmente he de decir que a diferencia de lo que se pudiera pensar al leer esto sin saber la historia detrás, esta no es una carta común y corriente a alguien que ha robado mi corazón. No al menos de la manera convencional. No, esto es más complicado: no vale la pena negar que yo estoy enamorada, pero no de una persona. Es altamente probable que sea el caso en el que me haya enamorado de una amistad. Pero de lo que estoy segura es que estoy enamorada de tus letras y melodías.
V*