lunes, 21 de enero de 2013

Atemporal

Hay una buena razón para que las manecillas de un reloj nunca puedan ir hacia atrás. Principalmente es porque debemos comprender que el pasado nunca podrá llegar a ser más que eso y que allí se debe quedar. El problema empieza cuando el presente se comienza a pintarse de pasado, cuando crees poder recuperar cosas que ya te habías resignado a perder. Cosas que en un momento fueron demasiado importantes: a veces puede ser familia, pero lo más común es que sean amigos o amores. Tu mente se empieza a complicar y se convierte en un reloj de arena. Uno con el que crees poder controlar el tiempo con tan sólo voltearlo, pero no; un reloj de arena seguirá contando el tiempo hacia adelante por muchas vueltas que le des. El pasado no puede volver. Puede que algo de tu futuro se pinte de pasado pero aún así seguirá siendo futuro, nunca pasado. Pero entonces llegaste y rompiste el reloj que tanto me desquiciaba justo antes de que la arena me cubriera por competo. Lo rompiste y retaste al tiempo, al espacio y al destino para estar conmigo un segundo. Pero eso fue todo: un segundo en el que fui infinitamente feliz y luego te fuiste. Te alejaste y el tiempo siguió su curso, siguió yendo hacia adelante mientas tú te quedabas congelado en un instante eterno en el pasado. Allá a donde no puedo regresar jamás, porque fue demasiado hermoso para perdurar. Vivo a base de recuerdos porque en ellos el tiempo es atemporal. Y es que a ti, te amo atemporalmente.

No hay comentarios: