jueves, 13 de junio de 2013

Morfina

Ya es tarde, lo suficiente como para que las luces de la casa estén apagadas y las de mi recámara aún encendidas. Supongo que vos estas en igualdad de condiciones porque los textos no paran de llegar. Insensateces, secretos, historias, miedos, deseos y escenarios bizarros desfilan en tinta y a la ausencia de luz. Siempre he pensado, y vos me lo habéis confirmado: la tinta sabe mejor de noche. Pero ha llegado ya la hora de despedirse; la usual frase que sólo para nosotros tiene sentido, la promesa de la siguiente noche y deseos de soñar con ajenos. Y es así como la almohada se convierte en puerta y la frase cobra sentido.
Entonces viajo al reino de Morfeo y os encuentro allí. Allí donde no hay paredes, espejos ni cerraduras. Allí todo es de tinta y humo y todo lo que imaginemos puede pasar. Es allí, justo allí, donde descansa vuestra armadura y mi vaporoso vestido. Es allí donde podemos dar paseos en bosques de letras, perdernos y descansar bajo una historia; romántica, trágica, de terror, triste, en fin, la lista es larga... tanto como el bosque es grande.
Es allí donde habitan esos dragones de papel maché, esos a los que temes enfrentar porque se derrotan con agua y temes que al luchar contra ellos, tu armadura se oxide. Esos para los cuales necesitas mi ayuda. 
Allí también es donde habitan los duendes grises, esos que insisten en morder mis tobillos y arrestarme bajo tierra. Esos que no alcanzo a pelear por culpa de un corsé demasiado ajustado. Esos para los cuales necesito vuestra ayuda.
Allí también es donde hay un árbol que da entrada al mar, a las historias de sirenas y muy cerca de ese, está el que da a Madrid, a las historias de listones. Y luego esta uno de los árboles más grandes. Nuestro favorito últimamente. Ese árbol que tiene un trozo de su tronco hueco. Y es justo allí donde está la puerta a París y a aquellos chalets. Ese nuestro árbol que solo sirve de entrada a éste el reino de Morfeo, nunca como salida. También están los pequeños árboles, los que son apenas frases, palabras. Pero sé que esos árboles crecen a cada noche. Y me gusta cuidarlos porque nunca se sabe a dónde te puedan terminar llevando.
Y así es cada noche, me hace feliz saber que tenemos este reino. Aunque siento que no puede ser cierto que lo compartamos, lo es. Por eso digo que eres morfina. Porque eres un derivado de Morfeo que me trae paz y que aleja mi dolor. Porque me dejas ir alto con vos y porque logras quitarles los tintes de realidad a todo. Porque me llevas más allá de lo que pude alguna vez imaginar. Por eso digo que, para mí, tu eres morfina.