lunes, 19 de mayo de 2014

Tinteros vacios

El destino tiene cosas extrañas preparadas para cada uno de nosotros. Soy de la firme idea que nada esta del todo escrito; se va escribiendo conforme pasa el tiempo, la punta de la luma se desgasta y la distancia al fondo del tintero se hace más chica cada vez.Hay algunas ocasiones, en que de repente el tintero se cae por un movimiento mal calculado o la urgencia de limpiar una palabra chorreada; e historias maravillosas y en algún punto medio, se quedan así; inconclusas, quebradas, rotas. Esas son las historias que más duele leer, porque sabes que no se debieron de haber terminado de la forma en que lo hicieron; sabes que les faltaron muchas anécdotas navideñas que contar y muchos pasteles contra los cuales hundir el rostro. Sabes que son ese tipo de historias que pueden partir a la mitad y derrumbar al más apacible de los sauces con tan sólo una palabra con exceso de tinta o que pueden convertir en fría piedra al más tierno de los mininos con el último trazo dejado. Son esas las historias que no me gustan, porque forman parte de muchas otras y porque sabes que nada, en cuartillas a la redonda, volverá a ser lo mismo. Y por más tinta propia con la que intentas rellenar su tintero caído, de repente te das cuenta que la punta de la pluma se ha roto también y es allí cuando lo que escribiste hasta ese momento se convierte en tu destino; todas las comas sin poner, los espacios vacíos o demasiado llenos y los renglones sin acabar se juntan en un torrente de tinta que hace de último aliento y que se lleva con él un trozo de todos y cada uno de los lectores que alguna vez espiaron esa historia, quizá se lleve el trozo más importante: su sonrisa. Y son lágrimas amargas con las que se escriben este tipo de hasta pronto, lágrimas tan densas y profundas que hasta se pueden usar de tinta. Y aunque sé que no es el lugar en donde deberías estar, creo que alguien más allá lo cree así. Acurrucate en los brazos de aquellos que también han terminado su tintero y no te preocupes, ya nosotros nos encargaremos de todo lo demás, ya nosotros desharemos los nudos en nuestras gargantas. Y dale un gran beso a nuestro ángel de parte de todos nosotros
... Esta es solo otra de las razones por las cuales no me gusta escribir con tintero.