lunes, 29 de septiembre de 2014

Ojos negros

Ojos casi olvidados, ojos negros, me sonríen en lo más profundo de un sueño ajetreado de verano. Hace mucho que no sé de ti pero no miento cuando afirmo que no es por falta de interés. Desapareciste como lo haría una pestaña con un deseo atado y ahora mi mente te evoca en contra de mi voluntad. No negaré que si quisiera saber cómo estas; que estas bien, que ya escalas paredes como siempre soñaste para estar un poco más cerca de ese cielo claro en el que tanto te gustaba perderte, que a no has dejado de soñar despierto ni de abstraer tu mente en comics lejanos, me gustaría platicar contigo, o tan siquiera poder verte de lejos pero no sé ni por dónde empezar a buscarte. Pensé que ya había quemado todos tus recuerdos en aquellos cigarros mañaneros de los últimos cuatro años, pero al parecer no; tonta de mí, aun no comprendo como como pretendí que el humo pudiera borrar un tatuaje de hielo, pero si lo de verdad me quisiera deshacer de ti tendría que acercarme al fuego hasta casi quemarme. Muchas otras cosas han cambiado, empezando por mí y espero que por ti también; te tengo que confesar que tus títulos y rincones van siendo cada vez más y más pequeños a pesar mío pero no puedo luchar yo sola contra las ráfagas de viento que cada vez dejan tus huellas menos visibles. Quise encontrarte por mucho tiempo, quise pasar mis dedos por tu cabello azabache hasta llegar a esas mejillas marcadas por las lágrimas, pero ahora solo espero que estés bien y que no me pienses tanto como yo a ti. Te mando la más bella de las lunas para que te haga compañía esta y todas las noches qué la necesites. Cuídate, sé feliz y por favor no me recuerdes.
A*