domingo, 7 de abril de 2013

Detrás


Esa mirada tuya, pálida como hielo, e igual de fría ante inexpertos. Esa tu mirada tan fría que congela instantes y escenas que os regalo calcadas en papel por las madrugadas. Esa tu mirada dulce, siempre sobre las dunas de arena que amenazan con enterrarla.  Dunas que ocultan todo lo que ves por las noches. Dunas en las que me gusta ahogarme y en las que dejo que me sofoques. Esas dunas que reposan sobre mejillas que se colorean de carmín con mis palabras. Mejillas que de vez en vez dan paso a sonrisas ligeras como humo. Sonrisas que no siempre son para mí o por mi causa, pero que me agrada ver en ti. Sonrisas que ocultan los secretos de tus labios. Labios sinceros que encarcelan demasiado y que me conocen en las sombras. Labios que sólo a la luz de las velas son capaces de vaciarse. Y luego está la manera en la que frunces el ceño cuando piensas. Todo eso rodeado por tu cabello siempre bien peinado, muy por el contrario del desorden de ideas que se trama debajo de él. Y finalmente, detrás de todo eso, allí estas tú. 


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