Así qué eras tú. Eras tú el que me ha estado
robando tinta por las noches, sueño durante el día y razón por las tardes. Así
qué eras tú ese quien espiaba por detrás de la luna y se ocultaba en los rayos
de sol. Así qué eras tú ese que disfrazaba la dulce primavera de otoño y quien hacía
que los amaneceres fueran más amarillos de lo que deberían ser. Eras tú el
dueño de esas manos frías en mi cintura y quien cobró la recompensa por mi
mirada aunque él mismo la hubiera robando. Eras tú el que adelanta los relojes
a escondidas cada madrugada y el culpable por mi reciente gusto hacia el
tráfico. Tú, el de las canciones idóneas y el de las letras frescas. Tú el que hacía
que las letras secas parezcan nuevas y que me guste más estar sin techo. Tú
quien me aprisiona en el reflejo para no manchar la realidad de tinta y quien
aprieta mi cintura un poco de más sin que yo se lo reclame porque la verdad es
que así me agrada. Eras tú el que dice insensateces cuando respira mi aliento y
el que me priva del frío de una tarde lluviosa. Eras tú el que gustaba de
quemar cosas conmigo aunque implicara romper algunas reglas y el que
conoce las rarezas que digo. Así que eras tú el que nunca imagine. Así
qué a final de cuentas sí eras tú.
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