lunes, 3 de diciembre de 2012

Hombre o caballero

Hay un abismo de diferencia entre un hombre y un caballero, empezando por su abundancia, hasta sus ideas y principios. El principal problema es que para ser caballero tienen que tener una brillante armadura y saber rescatar damiselas con la justa delicadeza y la suficiente fuerza. Tienen que retomar muchos de los antiguos clichés románticos; los dulces, las serenatas, las rosas y encontrar un buen balance de todo eso para que no parezca que lo han sacado del mismo libro trillado de lo cual los hombres comunes suelen hacerlo. Deben tener secretos, miedos y memoria y saber ocultarlos. Deben ser poetas, de aquellos que sepan cantar y mandar cartas con melodías que conduzcan a su lado. Un caballero debe lograr que sus palabras resuenen en mi mente por cien días y quinientas noches y logar también  decirme cuanto me quiere a la distancia. Protegerme de mis dragones más peligrosos y mantener mis pies en el suelo el tiempo justo. También se supone que en lugar de bajarme la luna y las estrellas me lleve a ellas en un viaje sin boleto de regreso con cada instante a su lado, que me lea en susurro el poema 15 de Pablo Neruda todas las noches y que mis lágrimas le duelan como si fueran suyas. Pero sobre todo no debe querer ser un caballero, si no que debe querer ser mi caballero. 

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