lunes, 27 de febrero de 2012

De menta y tabaco

Mis tobillos me traicionaron de nuevo y los tacones no ayudaban a la situación, pero esta vez tus fuertes brazos estaban allí para evitar otro de mis clásicos esguinces catastróficos. Me atrapaste en el momento adecuado y en la forma adecuada. No muy precipitado ni dramático pero no demasiado tarde o simple. Basto con colocar tu brazo en mi cintura para evitar que perdiera el piso y quedar frente a frente en una pose de cuento de hadas.Tus ojos claros con ojeras se clavaron en los míos. Tus pálidas mejillas se colorearon de carmín y una sonrisa tímida y perfecta se asomó en tus labios mientras tenias cuidado de no romper el equilibrio en el que nos mantenías para no arruinar el momento. Sonreí yo también y te diste cuenta de que era tiempo de devolverme mi estabilidad. Me enderezaste con dulzura sin alejar tu mirada y te agradecí por lo atinado de tu reflejos. Reíste y extendiendo tu mano me ofreciste una copa. No podía decir que no, así que la tome y caminamos entre la multitud sabiendo el efecto que nuestras manos causaban al pasar. Era como si miles de hojas susurraran con el paso de una corriente de viento. Y nosotros éramos el viento. Fue maravilloso. Llegamos a la barra y pediste no se que. Era mi primer copa de la noche, pero evidentemente no la tuya. Hablabas y hablabas cosas irreales y sin sentido, como por ejemplo lo bonita que era, lo suave de mi voz, lo perfecto de mi expresión al pensar y lo especial de mi carácter. Yo reía nerviosa porque no sabia si eras tu el que hablaba o eran las copas. O las copas haciéndote confesar. Para lo que me importaba de donde salían las ideas y las palabras, solo me importaba tu voz, y lo cerca que te notaba de mi después de cada frase. Tus amigos llegaron a acelerar la situación, pero no hicieron mas que poner en tu boca las mismas palabras que me habías dicho momentos antes. Y entonces te creí. Ellos se fueron riendose y nos dejaron solos entre la multitud. El ambiente subía de tono y en una afortunada situación, la sobreocupación del lugar nos hizo irnos acercando mas y mas. Te vi a los ojos y sin tener que preguntartelo asentiste a forma de respuesta de lo que estaba pensando. Yo sonreí. No, no sonreí. En verdad reí con alegría después de mucho tiempo. Otro empujón mas nos hizo ponernos mas cerca aun y ahora fue tu mirada quien preguntó. Yo asentí y en ese mismo momento, me atrajiste hacia a ti tomando mi cintura y me besaste. Tus brazos rodearon mi cuerpo y los míos tu cuello. Tus labios sabían a menta y a tabaco. Los besé dulcemente por unos instantes que detuvieron mi tiempo y cuando los deje, salí de aquella burbuja donde solo estábamos nosotros y me percate de los gritos, aplausos y chiflidos que la multitud profería en nuestro honor. Reí genuinamente sin apartar mi vista de ti. Luego me volviste a besar y todo el mundo a nuestro alrededor desapareció lentamente. Luego desapareciste tu y finalmente desperté. Pero el sabor a menta y tabaco seguía allí.

No hay comentarios: