Hay una buena razón para que las manecillas de un reloj nunca puedan ir hacia
atrás. Principalmente es porque debemos comprender que el pasado nunca podrá
llegar a ser más que eso y que allí se debe quedar. El problema empieza cuando
el presente se comienza a pintarse de pasado, cuando crees poder recuperar
cosas que ya te habías resignado a
perder. Cosas que en un momento fueron demasiado importantes: a veces puede ser
familia, pero lo más común es que sean amigos o amores. Tu mente se empieza a
complicar y se convierte en un reloj de arena. Uno con el que crees poder
controlar el tiempo con tan sólo voltearlo, pero no; un reloj de arena seguirá
contando el tiempo hacia adelante por muchas vueltas que le des. El pasado no
puede volver. Puede que algo de tu futuro se pinte de pasado pero aún así
seguirá siendo futuro, nunca pasado. Pero entonces llegaste y rompiste el reloj
que tanto me desquiciaba justo antes de que la arena me cubriera por competo.
Lo rompiste y retaste al tiempo, al espacio y al destino para estar conmigo un
segundo. Pero eso fue todo: un segundo en el que fui infinitamente feliz y
luego te fuiste. Te alejaste y el tiempo siguió su curso, siguió yendo hacia
adelante mientas tú te quedabas congelado en un instante eterno en el pasado.
Allá a donde no puedo regresar jamás, porque fue demasiado hermoso para
perdurar. Vivo a base de recuerdos porque en ellos el tiempo es atemporal. Y es
que a ti, te amo atemporalmente.
lunes, 21 de enero de 2013
miércoles, 16 de enero de 2013
Caballero plateado
¿He
amado? Si. ¿Me han roto el corazón? También. ¿He sentido esto por alguien más?
No.
Una
ironía que suele ser recurrente en mi vida es que veo lo que tengo enfrente cuando
está en proceso de partir. Os juro que no miento al afirmar que nunca había
sentido esto por nadie más. Nunca había podido hablar a altas horas de la noche
como lo hago con vos, no solo por nuestro peculiar horario de charla, sino
también por la forma de hablar, por el hecho de que sigues mi curioso
vocabulario y más que nada, por el contenido. Yo sé que no a cualquiera se le
puede contar lo que me habéis dicho en esas charlas y de verdad me alegra mucho
que, aunque sea tarde, os pude conocer porque es más difícil de lo que vos creéis,
en esta época, conocer a otro verdadero poeta. También he de confesar que vos
me habéis atribuido un titulo que nadie nunca antes había usado al dirigirse a
mí y que dudo alguien vuelva a usar y me halaga en demasía que vos me veáis con
esos ojos, sabes que el sentimiento es mutuo. Me alegra que hayamos podido
compartir ideas, sentimientos, romanticismo, gustos, recuerdos, penas, lagrimas
y que aun me debas ese café salpicado de tinta, así al menos estaré segura de
que volverás.
No recuerdo
si ya os dije esto pero así como vos tenéis vuestros cuatro pilares, yo tengo
mis piezas clave en mi tablero de ajedrez, y vos sos una de ellas. Os prometo
intentaré no llorar vuestra partida, pero no prometo nada, aunque he de decir
que no me aflige tanto como debería porque sé que vos estarás en el lugar donde
debes estar y que serás feliz allí. Y eso es más que consuelo suficiente para
mi alma. Solo una cosa más debo pediros: si alguna vez algo os aflige, os preocupa,
os quita el sueño o arranca amargas lágrimas de vuestros dulces ojos, prométeme
no dudaras en acudir a mí si yo puedo hacer algo por vos. Y aunque se que te vas sin irte, prométemelo porfavor.
Finalmente
he de decir que a diferencia de lo que se pudiera pensar al leer esto sin saber
la historia detrás, esta no es una carta común y corriente a alguien que ha
robado mi corazón. No al menos de la manera convencional. No, esto es más
complicado: no vale la pena negar que yo estoy enamorada, pero no de una
persona. Es altamente probable que sea el caso en el que me haya enamorado de una amistad. Pero de lo que estoy segura es que estoy enamorada de tus letras y melodías.
V*
Suscribirse a:
Entradas (Atom)