sábado, 11 de agosto de 2012

Mano a mano

Pero es que después de lo que paso no puedo creer que hayamos terminado así. Hay veces que te pienso sin quererlo y este es uno de esos momentos. Me regaño a mi misma cuando lo noto pero es demasiado tarde, ya hay una sonrisa en mi rostro que no logro quitar a tiempo para no sonrojarme. Me rio de mi y de mi recurrente costumbre de imaginar cosas que no pasaran y entonces decido levantar la vista del espejo de agua que hay debajo de mis pies. Este largo y angosto pasillo quizá sea mi lugar favorito de este enorme lugar. Gotas de lluvia caen en mis pestañas y parpadeo para enfocar bien. No, no estoy alucinando. Vienes directo hacia mí con tus audífonos puestos, con tu caminar indistinto y tu atuendo llamativo. Me congelo por un instante pero sé que esto no tiene salida. No hay nadie que pueda presenciar este momento y en parte me alegro por ello. Vuelvo a dirigir mi mirada al suelo y me concentro en las ondas que mis pisadas provocan. Cada paso más cerca. Cada instante más dudas. Suspiro y me preparo para lo que sea que vaya a pasar. Mantienes la cabeza baja hasta estar hombro a hombro conmigo. Noto que no tengo mis audífonos puestos y me lo recrimino. Tomas mi mano y te aferras a ella, en ese momento siento como si el tiempo se detuviera.  Aprieto tu mano también y nos volteamos a ver. Tus ojos cafés y tu sonrisa se apagan cuando ven mis lágrimas. Yo suelto tu mano y tú sueltas la mía de mala gana. Mi intento por sofocar un sollozo no funciona como esperaba y echo a andar rápidamente para alejarme lo más pronto posible de algo que quiero tanto y a la vez me hace tanto daño.  Tu. Te quedas allí de pie viendo como me alejo sollozando en la lluvia sin poder hacer nada, preguntándote que me pudiste hacer como para que con solo verte me pusiera así. Mi amor, lo único que hiciste fue quererme demasiado.

1 comentario:

Esopo dijo...

Crusheado contigo.....