Ojos casi olvidados, ojos negros, me sonríen en lo más
profundo de un sueño ajetreado de verano. Hace mucho que no sé de ti pero no
miento cuando afirmo que no es por falta de interés. Desapareciste como lo
haría una pestaña con un deseo atado y ahora mi mente te evoca en contra de mi
voluntad. No negaré que si quisiera saber cómo estas; que estas bien, que
ya escalas paredes como siempre soñaste para estar un poco más cerca de ese
cielo claro en el que tanto te gustaba perderte, que a no has dejado de soñar
despierto ni de abstraer tu mente en comics lejanos, me gustaría platicar
contigo, o tan siquiera poder verte de lejos pero no sé ni por dónde empezar a
buscarte. Pensé que ya había quemado todos tus recuerdos en aquellos cigarros
mañaneros de los últimos cuatro años, pero al parecer no; tonta de mí, aun no
comprendo como como pretendí que el humo pudiera borrar un tatuaje de hielo,
pero si lo de verdad me quisiera deshacer de ti tendría que acercarme al fuego
hasta casi quemarme. Muchas otras cosas han cambiado, empezando por mí y espero
que por ti también; te tengo que confesar que tus títulos y rincones van siendo
cada vez más y más pequeños a pesar mío pero no puedo luchar yo sola contra las
ráfagas de viento que cada vez dejan tus huellas menos visibles. Quise encontrarte
por mucho tiempo, quise pasar mis dedos por tu cabello azabache hasta llegar a
esas mejillas marcadas por las lágrimas, pero ahora solo espero que estés bien
y que no me pienses tanto como yo a ti. Te mando la más bella de las lunas para
que te haga compañía esta y todas las noches qué la necesites. Cuídate, sé
feliz y por favor no me recuerdes.
A*
No hay comentarios:
Publicar un comentario