lunes, 27 de agosto de 2012

Ni ella ni yo

Esas manos suaves como terciopelo, que rasgan sin piedad su alma cuando la acaricias con supuesto amor, hacen que ella grite. Hacen que grite de dolor porque sabe que es a mí a quien sueñas y no a ella, aunque digas amarla sobre todas las cosas. Ella grita porque sabe que aunque sus curvas son más perfectas que las mías, es a mí a quien regalas tus besos y tus sonrisas todos los días y que cuando estas con ella solo hay en tu interior agonizantes sentimientos. Ella deja escapar un grito asfixiado cada vez que la tocas y me piensas, cada vez que acaricias su cuello y miras al infinito extrañándome. Y aunque sabe que eres dueño de su alma, grita un poco más porque me has regalado una parte de la tuya. Ella sabe que hay veces que ganará, pero también sabe que en cuanto yo lo pida, la dejaras de lado, muda, y tus brazos cambiaran de dueña. Ella sabe que yo soy amada y ella es amante. No culpes ni a ella ni a mí de habernos enamorado del mismo hombre. No culpes ni a ella ni a mí de decidir compartirte. No culpes ni a ella mi a mí de tu dilema sentimental. Porque el amor de un músico por su guitarra jamás será igual que el de un hombre por su amada.

sábado, 11 de agosto de 2012

Mano a mano

Pero es que después de lo que paso no puedo creer que hayamos terminado así. Hay veces que te pienso sin quererlo y este es uno de esos momentos. Me regaño a mi misma cuando lo noto pero es demasiado tarde, ya hay una sonrisa en mi rostro que no logro quitar a tiempo para no sonrojarme. Me rio de mi y de mi recurrente costumbre de imaginar cosas que no pasaran y entonces decido levantar la vista del espejo de agua que hay debajo de mis pies. Este largo y angosto pasillo quizá sea mi lugar favorito de este enorme lugar. Gotas de lluvia caen en mis pestañas y parpadeo para enfocar bien. No, no estoy alucinando. Vienes directo hacia mí con tus audífonos puestos, con tu caminar indistinto y tu atuendo llamativo. Me congelo por un instante pero sé que esto no tiene salida. No hay nadie que pueda presenciar este momento y en parte me alegro por ello. Vuelvo a dirigir mi mirada al suelo y me concentro en las ondas que mis pisadas provocan. Cada paso más cerca. Cada instante más dudas. Suspiro y me preparo para lo que sea que vaya a pasar. Mantienes la cabeza baja hasta estar hombro a hombro conmigo. Noto que no tengo mis audífonos puestos y me lo recrimino. Tomas mi mano y te aferras a ella, en ese momento siento como si el tiempo se detuviera.  Aprieto tu mano también y nos volteamos a ver. Tus ojos cafés y tu sonrisa se apagan cuando ven mis lágrimas. Yo suelto tu mano y tú sueltas la mía de mala gana. Mi intento por sofocar un sollozo no funciona como esperaba y echo a andar rápidamente para alejarme lo más pronto posible de algo que quiero tanto y a la vez me hace tanto daño.  Tu. Te quedas allí de pie viendo como me alejo sollozando en la lluvia sin poder hacer nada, preguntándote que me pudiste hacer como para que con solo verte me pusiera así. Mi amor, lo único que hiciste fue quererme demasiado.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Culpable

Culpo de mi insomnio al café de tus ojos
Más no te culpo por tu galantería inconsciente
Culpo de mi sed a lo dulce de tus besos
Más no te culpo por tu  perfume seductor
Culpo de mi frío a la ausencia de tus brazos
Más no te culpo por tus movimientos elegantes
Culpo de mi sueño a la melodía de tu voz
Más no te culpo por tu irresistible indiferencia
Culpo de mi desvelo a tus manos traviesas
Más no te culpo por tu sarcástico humor
Culpo de mis ojeras a tu perfil imperfecto
Más no te culpo por tus ideales compartidos
Te culpo a ti de todos mis inconvenientes
Más no así por ser uno en mi camino
Lo único por lo que te culpo solo a ti
Es por estar tan terriblemente cerca de mí
Y a la vez tan catastróficamente lejos.